sábado, 3 de agosto de 2013

Cada célula es un naipe

*se sugiere este sonido en sus orejas.

 
Todo está frente a nuestros ojos, aún cuando no lo podamos ver. Quizás solo implique extender las manos y agachar el lomo. O hincarse ante lo sublime y expander las pupilas. No lo sé.
Pero en medio de este proceso, cuando un perro trae un naipe y lo deja en mi camino (en mi mente juguetona se leería un "lo dejó a mis pies") el gozo escapa de mi y se proyecta al infinito. Y ahí es cuando entiendo porqué la tierra es redonda. Misteriosamente redonda.




"La emoción más hermosa que podemos experimentar es lo misterioso. Es la emoción fundamental que está en la cuna de todo verdadero arte y ciencia. Aquel a quien esta emoción le es ajena, que ya no puede maravillarse y extasiarse en reverencia, es como si estuviera muerto, un candil apagado. Sentir que detrás de lo que puede experimentarse hay algo que nuestras mentes no pueden asir, cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo indirectamente: esto es la religiosidad. En esto sentido, y sólo en este, soy un hombre devotamente religioso"

Albert Einstein. 


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