27.07.11
Solo quiero dormir. Solo quiero dormir y que el día se vuelva eterno y no despertar más. Al menos no de este lado. Del mundo.
Quiero dormirme y que las cosas se solucionen mágicamente. Plin. Así, de un momento a otro.
Ya no puedo escribir. No puedo. O creo no poder. Mi cerebro se atrofia y piensa que no puede. Pero las manos pueden. Claro que pueden. Tiran y escupen letras como siempre. Si las dejo hacer, ellas van solas. Se mueven. Fluyen. Pero si ese mismo flujo debe entrar a chocarse con la sinápsis neuronal, todo termina reducido a una gran nada.
A un charco de ceros.
¿Cúando fue el momento en que yo me transformé en mi principal enemigo? ¿Cuándo fue el momento en que decidí ser como todo aquello que odio y no deseo ser? ¿Cuándo decidí que las horas ya no valían la pena y que descansar los ojos en páginas de fútbol podrían cambiar el mundo?
¿Cuándo dejé de pensar que podría cambiar el mundo? ¿Alguna vez pensé en que podría hacerlo?
Realmente, no lo sé.
Supongo que si, supongo que toda esta furia contenida tiene un motivo. Si no, durante años estuve acumulando basura en el fondo de casa sabiendo que nunca llegaría una volqueta para deshacerme de ella.
No se quién soy. No tengo idea. No me conozco. O mejor aún, me desconozco. Vivo inmerso en un huracán de críticas sin razón y prejuicios desencajados, escupitajos que me salen de la boca aun cuando yo no lo busco.
Ya ni escribir puedo. Al menos decentemente. Encontrar un adjetivo, no repetirme una y otra vez, armar frases que no se extiendan como un gusano y después hay que cortarlas porque son tan largas que el significado escondido en el primer tramo de la sentencia ya se vuelve innecesario cuando llegamos al final de la lectura.
La ansiedad me carcome. Me tiemblan las piernas, me tiemblan las manos, me tiembla el cerebro. Los pensamientos son inconexos, flojos, vagos. Teorías que empiezan y se pierden entre las nubes como la planta de pulgarcito. Pero cuando subo por la escalera, lo único que hay arriba son nubes. Algodón. Algodón de azúcar, dulce y que pica los dientes. Pero no llena. No me desagota este nudo infernal en medio del estómago. En medio del ser.
Escribir se volvió un mandato, una obligación. Pero en los hechos es solo una mochila enorme que cargo cada vez que voy a la tienda inglesa o camino con el Oso por el fondo.
Soy un vago.
¿Cómo pueden transcurrir horas compadeciéndome de mi mismo? ¿Cómo puedo ser tan patético de responsabilizar al mundo de mis fracasos?
Tengo terror al fracaso. Tengo terror en no saber quién soy, pero menos en no saber quién voy a ser. No puedo saberlo. No quiero saberlo. Me imagino gordo y alcoholico, o drogadicto. No se. Trabajando en esta misma mierda en la que vuelvo a trabajar ahora. Y el hecho que lo vuelve más patético aun, es que creo que mi cerebro nunca se va a callar. Nunca va a tomarse vacaciones. Seguirá pensando y pensando. Demostrándome lo mal que estoy, y lo errado que está todo a nuestro alrededor.
Ok - diré, y seguiré sentado frente a esta pantalla. Si, el mundo es una mierda y no se puede hacer nada para cambiarlo. Nada. Tomarse un helado de postre, al menos. Esas serán mis satisfacciones, pienso. Poder tomar el helado del postre, luego de un asqueroso plato de vegetales que no quiero comer. Pero tengo el helado. Qué rico. Cremita y chocolate para untármela bien en la punta de la pija.
Hay un lugar donde poder ir a reclamar personas perdidas? ¿Existe una ventanilla donde llegar y establecer una queja porque me robaron la esencia? La vida.
¿Quién la robó? ¿Existe eso? ¿O la perdí en el camino y nunca me di cuenta? ¿Será que todos estos años generando platita dulce me atrofiaron la mente?
Me siento bloqueado, jugando al fútbol con pies cuadrados. Y así no le puedo meter un gol a nadie.
Menos mal que "bye bye trash trucks" no es lo último que escribiste, es más que bueno saberlo.
ResponderEliminarCosas que yo haría luego de escribir este post:
1- Leer "El discurso vacío" de Mario Levrero. Te lo comprás en cualquier librería, cuesta lo mismo que 3 cervezas (envase inc.).
2- Practicar un arte marcial...
3- Buscar un equilibrio entre el pensamiento y la acción: no digo que haya que ser esquemático en el pensamiento, pero a veces es mejor no enroscarse tanto en idas y vueltas mentales, y en cambio hacer un simple plan y llevarlo a la práctica. Einstein dijo algo así como que para obtener resultados distintos hay que probar cosas distintas (en principio no lo apliques a los estupefacientes), y no sé bien cómo pega lo del canoso en este punto, pero por ahí anda, yo medio que ya me perdí. Ah, sí, hacer un plancito y seguirlo a rajatabla, por eso es importante no perder de vista el punto 2.
Abrazo.