Hoy me di cuenta que tener el control no es tan dificil. Solo basta aclarar la mente, dejar ir todo aquello que aqueja y hace mal, diseñar el foco nuevamente. Otra vez. Como si la cámara que registra la vida cambiase la lente por un teleobjetivo límpido, luminoso. O mejor, un gran-gran angular que permita realizar múltiples encuadres, deformes en su hermosura.
La proporción áurea seguía dentro mío. Nunca se fue. Solamente se rediseñó a si misma por enésima vez.
Hoy respiro fuerte al levantarme. Y el aire sabe más rico que nunca.
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