martes, 19 de noviembre de 2013

Lacancióneselmejormediodecomunicaciónqueinventóelhombre


Dile a la Vida de Alfredo Zitarrosa


Para tanta soledad me sobra el tiempo,
dile a la vida que viva,
tu recuerdo no se muere ni yo siento
más que penas conocidas.
Para tanta soledad me sobra el tiempo,
dile a la vida que viva.

En mi alma muchas veces, un momento,
se abre una puerta dormida,
yo no sé si sacudida por el viento,
sé que se cierra enseguida.
Y en la senda donde vivo siempre encuentro
tus flores desvanecidas.

Cuando volvamos a vernos
no sangrarán tus heridas,
yo he pagado tu dolor con el infierno
tu amor con toda mi vida.
Para tanta soledad me sobra el tiempo
dile a la vida que viva.

No me traigas esas flores ni preguntes
si te arranqué de mi vida,
en la negra oscuridad donde te hundes
mi corazón te vigila.
No me traigas esas flores ni preguntes
si te arranqué de mi vida.

Tus amores, nuestro amor y el pensamiento,
son canciones enemigas;
yo sé bien cuáles son mis sentimientos
no quiero más despedidas.
Para tanta soledad me sobra el tiempo
y el tiempo sí que te olvida.

Cuando volvamos a vernos
no sangrarán tus heridas,
yo he pagado tu dolor con el infierno
tu amor con toda mi vida.
Para tanta soledad me sobra el tiempo
dile a la vida que viva.

lunes, 7 de octubre de 2013

Sobrio

There's a shadow just behind me,
Shrouding every step I take,
Making every promise empty,
Pointing every finger at me.
Waiting like a stalking butler
Who upon the finger rests.
Murder now the path called "must we"
Just before the son has come.
Jesus, won't you fucking whistle
Something but the past and done?
Why can't we not be sober?
I just want to start this over.
Why can't we drink forever.
I just want to start things over.
I am just a worthless liar.
I am just an imbecile.
I will only complicate you.
Trust in me and fall as well.
I will find a center in you.
I will chew it up and leave,
I will work to elevate you
Just enough to bring you down.
Trust me.
Mother Mary won't you whisper
Something but what's past and done.
Trust me.
I want what I want. 


"Sober", compuesta e interpretada por Tool.

No me crean.

 

domingo, 6 de octubre de 2013

=0

Me he dado cuenta
de que miento
siempre he mentido
siempre he mentido.
He escrito tantas inútil cosas
sin descubrirme
sin dar conmigo.
No amar en seco
con tanto dolor
es quizás la ultima verdad
que queda en mi interior
bajo mi corazón.
No se si fue
que malgaste mi fe
en amores sin porvenir
que no me queda ya
ni un grano de sentir.
Yo se que a nadie
le interesa
lo de otra gente
con sus tristezas.
Esta canción
es mas que una canción
o un pretexto para sufrir
y mas que mi vivir
y mas que mi sentir.
Esta canción
es la necesidad
de agarrarme a la tierra al fin
de que te veas en mi
de que me vea en ti.
Yo se que hay gente
que me quiere
yo se que hay gente
que no me quiere.

"ESTA CANCIÓN"

Letra: Silvio Rodríguez (aquí su versión)
Intérprete: Alfredo Zitarrosa (aquí su versión)

sábado, 3 de agosto de 2013

Cada célula es un naipe

*se sugiere este sonido en sus orejas.

 
Todo está frente a nuestros ojos, aún cuando no lo podamos ver. Quizás solo implique extender las manos y agachar el lomo. O hincarse ante lo sublime y expander las pupilas. No lo sé.
Pero en medio de este proceso, cuando un perro trae un naipe y lo deja en mi camino (en mi mente juguetona se leería un "lo dejó a mis pies") el gozo escapa de mi y se proyecta al infinito. Y ahí es cuando entiendo porqué la tierra es redonda. Misteriosamente redonda.




"La emoción más hermosa que podemos experimentar es lo misterioso. Es la emoción fundamental que está en la cuna de todo verdadero arte y ciencia. Aquel a quien esta emoción le es ajena, que ya no puede maravillarse y extasiarse en reverencia, es como si estuviera muerto, un candil apagado. Sentir que detrás de lo que puede experimentarse hay algo que nuestras mentes no pueden asir, cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo indirectamente: esto es la religiosidad. En esto sentido, y sólo en este, soy un hombre devotamente religioso"

Albert Einstein. 


jueves, 1 de agosto de 2013

True Love Waits

Hoy presentamos: "patada ninja al pecho", por el pequeño Tom y sus secuaces.


I’ll drown my beliefs
To have your babies
I’ll dress like your niece
And wash your swollen feet

Just don’t leave
Don’t leave

I’m not living
I’m just killing time
Your tiny hands
Your crazy kitten smile

Just don’t leave
Don’t leave

And true love waits
In haunted attics
And true love lives
On lollipops and crisps

Just don’t leave
Don’t leave

Just don’t leave
Don’t leave


Aprendiz

Aprender es desarmar el camino; es pisar fuerte la baldosa, esquivando escupidas, puchos y soretes; es agachar la cabeza y ver las ramas-refugio de los pajaritos; es abrir las pupilas e inundarse de viento y océano verde; es volverse gigante puertas adentro y que el pecho ya no contenga el volcán, la cama flotando en un charco de lava roja que termina en caída de mil metros.
Y es dejarse ir, de pie en medio del cauce bravo, ignorando si la turbulencia apenas despeina o mata despiadada (pero a quién le importa).

miércoles, 10 de julio de 2013

Serpuente

Bridge over troubled water (Paul Simon & Art Garfunkel)
versión interpretada por Johnny Cash & Fiona Apple

When you're weary
Feeling small
When tears are in your eyes
I will dry them all

I'm on your side
When times get rough
And friends just can't be found
Like a bridge over troubled water
I will lay me down
Like a bridge over troubled water
I will lay me down

When you're down and out
When you're on the street
When evening falls so hard
I will comfort you

I'll take your part
When darkness comes
And pain is all around
Like a bridge over troubled water
I will lay me down
Like a bridge over troubled water
I will lay me down

Sail on Silver Girl,
Sail on by
Your time has come to shine
All your dreams are on their way

See how they shine
If you need a friend
I'm sailing right behind
Like a bridge over troubled water
I will ease your mind
Like a bridge over troubled water
I will ease your mind*


*Muchas veces, llorar es lo mas feliz.

viernes, 5 de julio de 2013

Der himmel über Berlin

Luego de volar sobre Berlín mis alas se desprendieron y cayeron en el barro. No lo provoqué, no traté de retirarlas con pinzas. Simplemente, sucedió. No sentí el tirón ni la piel se desgarró. Pero se lastimó algo por dentro; un cisma profundo sin sangre, explosiones alternadas en todas las torres de mi castillo. Mientras, afuera, las alas eran pisoteadas por una manada de búfalos enfurecidos a los que ya no podía detener. La fuerza había desaparecido. Y ahí quedaron las alas, desplumadas en su agonía. Los niños, mis niños, corrieron a refugiarse tras pantallas de cristal líquido, en lo profundo de un océano oscuro. Y ya no pude verlos más. Hasta que descubrí que siempre estuvimos jugando a las escondidas por la cuadra del barrio. Hasta que entendí las voces que nunca dejaron de conversarme por las noches. Solo quedaba reír y que las carcajadas fuesen escalones. Solo quedaba reír.


Song of Childhood
By Peter Handke

When the child was a child
It walked with its arms swinging,
wanted the brook to be a river,
the river to be a torrent,
and this puddle to be the sea.
When the child was a child,
it didn’t know that it was a child,
everything was soulful,
and all souls were one.
When the child was a child,
it had no opinion about anything,
had no habits,
it often sat cross-legged,
took off running,
had a cowlick in its hair,
and made no faces when photographed.
When the child was a child,
It was the time for these questions:
Why am I me, and why not you?
Why am I here, and why not there?
When did time begin, and where does space end?
Is life under the sun not just a dream?
Is what I see and hear and smell
not just an illusion of a world before the world?
Given the facts of evil and people.
does evil really exist?
How can it be that I, who I am,
didn’t exist before I came to be,
and that, someday, I, who I am,
will no longer be who I am?
When the child was a child,
It choked on spinach, on peas, on rice pudding,
and on steamed cauliflower,
and eats all of those now, and not just because it has to.
When the child was a child,
it awoke once in a strange bed,
and now does so again and again.
Many people, then, seemed beautiful,
and now only a few do, by sheer luck.
It had visualized a clear image of Paradise,
and now can at most guess,
could not conceive of nothingness,
and shudders today at the thought.
When the child was a child,
It played with enthusiasm,
and, now, has just as much excitement as then,
but only when it concerns its work.
When the child was a child,
It was enough for it to eat an apple, … bread,
And so it is even now.
When the child was a child,
Berries filled its hand as only berries do,
and do even now,
Fresh walnuts made its tongue raw,
and do even now,
it had, on every mountaintop,
the longing for a higher mountain yet,
and in every city,
the longing for an even greater city,
and that is still so,
It reached for cherries in topmost branches of trees
with an elation it still has today,
has a shyness in front of strangers,
and has that even now.
It awaited the first snow,
And waits that way even now.
When the child was a child,
It threw a stick like a lance against a tree,
And it quivers there still today. 

+

HOMERO, the storyteller

 

jueves, 4 de julio de 2013

127 horas



Caminaba en círculos por el living, yendo y viniendo de la pantalla a la heladera de la cocina. Todavía creía que solo eran mis ganas de mear las que provocaban la ansiedad.

Un sentimiento incómodo me apresa el pecho; la necesidad de salir corriendo por Regidores golpeando las rejas de todas las casas y los timbres y los autos, y treparme a todos los árboles mientras los perros me siguen, saltan y me muerden los tobillos; y yo no paro de escalar esos árboles desde que soy un niño hasta hoy.
Siete mil arboles delante mío, y todos por ser coronados. Uno tras otro, escalar hasta la copa, luego bajar y el siguiente. Y el otro. Y el otro. Soy un torbellino saltando de rama en  rama, balanceándome en la hoja de palmera con butiá. De ahí a los techos y las azoteas. Sobrevuelo un par de claraboyas mientras continúo la carrera desenfrenada hacia el Parque Posadas.
Escalo por la pared de ladrillo hasta el piso 4, la ventana abierta y la ropa colgando en un par de alambres (por qué esa ropa no vuela y desaparece?). Dos soutienes para balancearme y entrar. Sigo corriendo por el pasillo, un codo y luego la escalera. Escalones de piso de mosaico con pastillitas, fichas negras y naranja alternando, goce de ojos en viaje lisérgico. Apuro el paso. Un piso. Subo de tres en tres. Otro. Ahora ya salto de un descanso al siguiente. Avanzan los pisos y se suceden las viejas que se asoman y me echan a sus perros encima al grito de “ladrón, ladrón”. Ni siquiera interesa ya patear las macetas de sus invernaderos de 1x1, apenas luchar contra los cuzcos colgados de los flecos del pantalón. Las caras feas me asesinan con sus ojos horizontales, delgados de miopía mental. Escupo el adorno navideño del 505 y chuponeo a una negra hermosa en la puerta contigua, su pierna de porcelana asomando tibiecita en el umbral. Trata de retenerme (o eso lo pienso ahora?) y suelto su mano por inercia. Otro piso más y decido tomar el ascensor.
Presiono el tablero con fuerza, todos los botones juntos; quiero ir a todos los pisos al mismo tiempo y a ninguno a la vez. Quiero seguir subiendo, quiero llegar ayer. El cubo de metal asqueroso se detiene en pisos sin gente. Me recibe el sonido de Rial escapando de los departamentos y rebotando en los palliers de ventanucos verticales. Cierro de un portazo y continúo el ascenso. Nadie quiere compartir mi ascensor de pisos impares, mientras Él adquiere velocidad y el viaje se hace mas lento. Una fuerza me jala hacia el piso, adhiere las suelas de los zapatos con barro a la goma negra acanalada. Trato de tocar el techo y está lejos, muy lejos. Tampoco puedo saltar. No se puede saltar en los ascensores, porque una vez liberados de la fuerza de atracción rebotaríamos del piso al techo y del techo al piso como una bolita de goma. Y así el ascensor caería al hueco profundo y se desintegraria contra el piso. Y el polvo. Y el humo. Y el silencio.

Un profundo golpe metalico cuenta el final del viaje. Abro la puerta y me enfrento al cuadrado rojo. Solo el cuadrado rojo y un bomberito colgado a un costado. Para apagarme o para destrozar la puerta. Opto por lo segundo.

Me asomo al infinito de la azotea. Un golpe de viento fuerte y un venteveo que me grita algo en su vuelo.
Tomo carrera y salto.
Llegué.


lunes, 1 de julio de 2013

Afuera, los autos siguen andando...

Un día bueno*

No somos más
que el tiempo que nos queda
caminando hacia el olvido
que seremos.

Es duro, pero es así.

El resto, literatura.

Lo mejor
es no pensarlo mucho:
seguir andando,
tomar cafés, enamorarse,
ver la lluvia…

Karmelo C. Iribarren, Las luces interiores.


*Viene de acá: Escrito en el viento



martes, 11 de junio de 2013

13


Siempre que algo muere, otro "algo" nace.

De los despojos de un ser humeante y chamuscado, solo puede surgir un nuevo fuego germinal, rojo furia, desequilibrado en su equilibrio brillante. Y una vez de pie, el camino se ofrece sabroso en su rugosidad.

Sólo existe la vida, es decir el cambio.



lunes, 10 de junio de 2013

Dziękuję

Esto debe sonar de fondo mientras usted lee. Es una orden sugerida.

Gracias. Gracias años. Gracias Joha. Gracias fé.
Gracias Oso, gracias Joao, gracias papá, mamá, Tati, abuela Nelly, abuela Marianna, Tata. Gracias Rufo, gracias Seba, gracias Adri. Gracias Tavo, gracias Pablito, tía Tere, tío Julio, madrina, Padrino, padrina. Gracias Carmela, siempre. Gracias Mati, gracias Nani. Gracias scouts, gracias escuela 14, gracias liceo 16 y gracias Safa. Gracias Cedi. Gracias ingeniería. Gracias teatro gigante y números enormes.
Gracias plaza, gracias botánico, gracias fútbol. Gracias insectos. Gracias charcos de turismo y campitos de verano con frascos. Gracias primos.
Gracias Arteaga. Gracias campamentos, Arequitas, solís y Paso Severino. Gracias fuego, gracis Fuego, gracias FUEGO. Y gracias agua, ríos, arroyos, océano. Gracias por no dejarme ver ese fondo.
Gracias montaña, gracias bosque, gracias pájaros. Muchas gracias Arachania. Gracias marihuana, gracias whisky y vodka compartida de a 4. Gracias lsd y el centro de mi universo. Gracias limonero, ciruelo y damasco. Muchas gracias jacarandá. Gracias huerta, rúcula, menta y pepinos. Gracias Héctor y tu cigarro. Gracias Rafa y tu garage de vida. Gracias viejo Mañana y tu esquina. Gracias Cholo. Gracias feria y tu feriante charlatán.
Gracias chorro de agua fría. Gracias campamentos y carpas y toldos bajo el cielo. Gracias Daniel, gracias Adriana, gracias por pasarlo. Gracias estrellas. Gracias lluvias, miles de lluvias. Gracias Pink Floyd y las otras lluvias. Gracias Thom Yorke. Y gracias Paul, John, George y Ringo. Gracias los Buenos. Gracias Lucio. Gracias Sensei. Gracias Juan.
Gracias Kerouac. Gracias Hank. Gracias Mario. Gracias Mario por ayudar. Gracias colores, muchas gracias colores.
Y gracias Vivaldi y tu amigo Max por devolverlo. Sano y salvo. Donde fuera que estuviese.

Up

¿Cómo sería flotar más alto? 
¿Cómo hacer para agarrasre al piso cuando solamente quiero dejarme ir, subir más y más?
¿Cómo hacer cuando el único límite soy yo mismo?; son mis propias posibilidaes (¿o debería decir habilidades?) para seguir subiendo las que cuentan.
Ya no quiero tierra abajo de las neuronas, solamente un cielo de nubes para saltar y moldear las formas que me gustan. Quiero ese cielo para surcarlo de punta a punta. Para tomarme todo el  aire de la estratósfera y congelarme los pulmones de felicidad. 
No hay más fronteras de las que yo me impongo. No hay más razones que las que no me doy. 

Dodes'ka-den

Hay que imaginarse sentado en un tren, el paisaje filtrado por el vidrio sucio. Afuera, montañas de pasto con destino de vaca y dentro, montañas de gente con vacas como destino. Encerrados como vacas, apretados como vacas. Los ojos redondos y sin expresión, mirando al frente, a la nuca más próxima. Hay que entretenerse contando los pelos de esa nuca, o evaluando los años del traje por el color del cuello de la camisa. Hacer un juicio social, de clase, profesión y carácter.
Armar un mundo en la cabeza y explotarlo cuando suena el timbre de la parada. Y ahí si, dar un paso afuera, hacia lo desconocido.
Nadie está más muerto que aquel que no sueña, porque sus ojos son de cemento y pesan; y sus ideas se arrastran como babosas hasta morir tumbadas del esfuerzo.
No existe nada más vivo que un sueño, porque la sangre no es roja pero flota y se sacude liviana a través del ser.

Soylent Green

Quizá todo sea aún peor de lo que podemos ver. O pensar. 
Hay tantas cosas pasando allá afuera de las que ni siquiera podemos tener noción. Somos alimento de alimento de alimento, y al final de la cadena alguien engulle este sabroso bocado.
La humanidad es un bolo alimenticio desvitaminizado, homogeneizado, pasteurizado, bien light. Y una boca ansiosa devora la carne casi muerta para obtener energía y continuar moviéndose en la misma dirección.
La cadena de producción es esa; esta es nuestra revolución industrial. Somos engranajes de una gran maquinaria que solo nos conduce a nuestra propia muerte, infalible e implacable.
Y nadie lo ve; o nadie quiere verlo.
Entonces, cuando un humano se da cuenta de lo que pasa, es expulsado inmediatamente del sistema. Un engranaje de dientes pulidos, que ya no encastra con los otros, mohoso, putrefacto. Que detendría el movimiento constante, el flujo de producción para generar moho, humedad y hasta pasto. Y nadie, ni nada, escucheme bien, puede detener a la máquina.

lunes, 3 de junio de 2013

Joao y el silencio

Joao, no los escuches. Vení, dejalos.
Dejá que ladren, dejalos.
No podés responder a todos. Son muchos, un número interminable, infinito. Muchos más que vos, o yo. No les ladres. Dejalos ser. Dejalos.
Sentate. Echate acá, junto a mi ventana. No escuches, no prestes atención. Todos te van a buscar, todos quieren tu furia, esa rabia de espuma blanca. Ellos quieren que respondas, quieren sentirte fuera de control. Quieren escucharte ladrar enajenado, correr como un poseso. Enfurecer.
Quieren que seas uno de ellos, uno más del coro nocturno. Gritandole al encierro y a la luna; a las sombras y a la paranoia. A la vida.
Dejalos, no digas nada.
Nunca podrás ladrarles a todos; si uno se calla, tres nuevos agitan más allá. La manzana es de ellos, el barrio resuena de su monotonía. Y se alimentan unos a otros en su guerra por el espacio.
Dejalos.
No podés pasar tus días respondiendo a lo que otros dicen. Son demasiadas batallas diarias, y te vas a cansar antes de poder ganar siquiera una parte.
No te agota correr toda la tarde por el mismo surco trazado en el pasto? 
No escuchás cómo ladra triste el del fondo, encerrado en su patio de 3x3? 
Ya no cansa saltar en los mismos sitios tratando de ver quién te ladra del otro lado de la pared?

Dejalos. Que agoten su garganta en avisos furiosos. Que se desmiembren de raspar contra el ladrillo. No respondas. No los escuchemos.
Ladrarán por siempre, y nosotros tenemos que aprender a templar el silencio.

viernes, 31 de mayo de 2013

Devanador


Algo me dice que estoy vivo.
De lejos el cuerpo me empuja a despertar

No voy a decir cosas sólo por el vicio de hablar.
Para qué molestarse, si el mundo es un animal.

Creo escuchar la luz golpear.
Creo y vuelvo a entrar en mí.

Siento que suene tan vago,
los sonidos no alcanzan mi voz.
Las palabras no atrapan mi alma
y tu abrazo es como estar con Dios.

Sigo un reflejo que no es mío.
Cruzo un desierto dentro de mí.

Creo escuchar la luz golpear.
Creo y vuelvo a entrar en mí.

Creo en la luz.
No hay más allá.
Creo...

martes, 28 de mayo de 2013

Un burro

“Un día el asno de un campesino cayó al fondo de un pozo. El animal se quejó lastimeramente durante horas mientras el campesino trataba de encontrar la forma de sacarlo. Finalmente, el campesino decidió que el animal era viejo y de todas formas el pozo necesitaba ser tapado. No valía la pena recuperar al asno. Entonces, el campesino invitó a sus vecinos a que viniesen a ayudarle. Todos agarraron una pala y empezaron a tirar tierra adentro del pozo. Al comienzo, cuando el asno se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, gimió horriblemente, pero después de un rato, para sorpresa de todos, se calmó. Tras varias paladas de tierra, el campesino finalmente decidió mirar adentro del pozo, y lo que vio lo dejó azarado. Con cada palada de tierra que caía sobre su espalda, el asno hacía algo asombroso. Sacudía la espalda y la tierra caía y se amontonaba bajo sus patas, y de ese modo con cada palada el asno daba un paso arriba. A medida que los vecinos del campesino continuaban echando tierra sobre el animal, él mismo se sacudía y subía más arriba. Muy pronto, el asno llegó al borde del pozo y salió trotando”.

domingo, 26 de mayo de 2013

Los miedos

No tengo miedo. Ya no.
No temo a verme como soy en realidad, aunque no sepa quién soy en esa realidad. Aunque no sepa cuál es la realidad. No temo al reflejo, a pesar que el espejo me castiga y me devuelve un ser enojado y rencoroso.
Sí tengo miedo. Muchos miedos.
Temo a esta cualidad de idiota que desprecia lo que no entiende; al enano con el pecho erguido de intolerancia hacia quienes eligen vivir distinto. Temo a esa rareza del ser común. Temo a ser feliz, a morir de risa abrazado a vos mientras se enciende la pantalla con la historia más ínfima y liviana que esa tevé nos pueda regalar. 
Tengo miedo a no tener más miedos. Tengo miedo a no tener fuerzas para romper los vidrios que me encierran de este lado de la pecera. Tengo miedo, mucho miedo, de perderte para siempre, y que la vida sea solo respirar una vez si y otra también.
Tengo miedo de callar mis cuerdas de arena, cuando a veces solo el arrullo me devuelve la paz que mis truenos de siempre llenan de lluvia ácida.

Y un sábado se fracturó mi temor y se encendió la obsidiana que cargo en mi bolsillo.

Hoy ya no tengo miedo al impacto. Aprendo a subirme a mi tren fantasma y me río en la cara de la momia y del degollado.
No hay más miedo. No temo a nadie. No temo a nadie. No temo a nadie. No me temo más a mi mismo.
Porque yo ya no soy. Solo estoy.
Ahora, acá. 
Tratando de no temer.


jueves, 23 de mayo de 2013

Cariño

Cariño,

nunca he sido nadie
que quisiera ser algo,
no he preparado nunca una sesión de espiritismo
en la trastienda de una fábrica,
ni he buscado otro consejo de los muertos,
nunca he sido nadie que quisiera
ni por lo tanto nadie que esperara,
prefiriendo inquietarme por otras
razones, y largarme, es decir
alguien que siempre quise ser,
alguien que quiso estar en cualquier parte,
en otra parte, cuando tú llamaras.
Nunca he sido nadie
que necesitara agua, nunca he sido
elegante. Quiero no ser
algo tan sencillo. Es sencillo
convertirse en alguien,
alguien que nunca quise ser.
Nunca he esperado ser
de los que quieren algo, tienen
poca paciencia. Siempre había
cualquier otra parte en la que estar.
Con esta soledad
he creado un refugio.
Tengo terror a querer algo.


Fred Schmalz, La familia americana

miércoles, 1 de mayo de 2013

Cambio de lentes

Hoy me di cuenta que tener el control no es tan dificil. Solo basta aclarar la mente, dejar ir todo aquello que aqueja y hace mal, diseñar el foco nuevamente. Otra vez. Como si la cámara que registra la vida cambiase la lente por un teleobjetivo límpido, luminoso. O mejor, un gran-gran angular que permita realizar múltiples encuadres, deformes en su hermosura.
La proporción áurea seguía dentro mío. Nunca se fue. Solamente se rediseñó a si misma por enésima vez. 
Hoy respiro fuerte al levantarme. Y el aire sabe más rico que nunca.

sábado, 20 de abril de 2013

Cogerconamor


Publicado por
 
Hasta para un partidario convencido, como yo, del sexo casual, del sexo por entretenimiento, del sexo por pasar el rato, del sexo como terapia antiestrés, del sexo por probar algo nuevo, del sexo por el sexo, del sexo por curiosidad, del sexo por aburrimiento, etcétera, está muy claro que no hay nada como el sexo con amor. No por amor, con amor.
Que te la chupen una rubia y una morena, o dos morenas (haciendo pausas para besarse apasionadamente, las benditas), o que te pongan un chocho en la cara mientras alguien, ¿quién será?, te la chupa, o ver correrse a La Giganta (de ese acontecimiento extraordinario les hablaré otro día), o pasearte por entre parejas que follan e ir metiéndole el pito en la boca a todas las mujeres a tu alcance. Qué duda cabe de que esas son experiencias supremas que recomiendo vivir a toda persona sensata antes de extinguirse.
Pero. Ninguna comparable a follar con amor. Follar amando a quien te follas. Hasta yo tengo que reconocer eso, sin titubear un segundo. Lo que no quiere decir que no sigamos deseando (y haciendo, cuando podemos) todo lo demás. Desear todo lo demás es lo más natural y lo más sano del mundo. Pero aquí hablo de gradaciones, y follar con alguien que amas está en lo más alto de la parte más meridiana del follar.
¿Por qué? Creo que es por un extra, por un algo que añade al follar eso que llamamos amor (y que, según los psicólogos evolutivos, es una mezcla de estrategias reproductivas y compatibilidades químicas de cierto tipo, entre un macho y una hembra de nuestra especie). Siguen presentes todos los placeres del acto, de la carne, de nuestra grandiosa red neuronal, y por supuesto está muy presente el universo ajeno a nuestro yo en el cerebro, que despliega en ese sublime momento todas las artimañas propias de la sopa eléctrica y química que somos.
Sin embargo, a pesar de sentir todas esas maravillas, tenemos la impresión de que hay algo más.
Que nadie pronuncie la palabra “espíritu” o “alma”. Ya sabemos que no existen, que son artefactos culturales de ficción. Han sido muy útiles al proceso de civilización, no lo negaremos, pero no son reales. Sin embargo, no cabe duda de que follar con amor es un fenómeno curioso y de difícil explicación. Al menos para mí. Uno está haciendo lo mismo que hace siempre (metiéndola, sacándola, chupando por aquí y por allá) pero sucede que siente una emoción, un debilitamiento, un abandono, un embeleso, un arrobamiento. Y quiere fundirse (la literatura aquí es inevitable) con la persona con la que folla. Quiere, de cierta manera, perderse, quiere no regresar. También desea, a veces, comerse a la otra persona, pero esa es otra historia.
Follar con amor es una sensación fantástica y extraña. No quiero ponerme romántico para no hacer el ridículo o falsear las cosas o magnificarlas o razonar mediante moldes, que es lo que pasa cuando nos ponemos románticos.
Sabemos, eso sí, que el cerebro nos inventa y que el cerebro nos engaña. Constantemente. Pero de una manera especial, creo, nos engaña en eso que llamamos amor. Todos hemos experimentado la deliciosa conmoción que produce el cerebro y que consiste en hacerte creer que todo lo que tiene que ver con una persona que acabas de conocer es maravilloso y que ya no puedes estar sin verla ni un momento. Todos hemos pasado por ahí. Y todos sabemos que cuando pasa la engañifa de nuestro cerebro, nos rompemos la cabeza tratando de explicarnos ¡cómo nos hemos engañado tanto! Cómo hemos podido estar tan equivocados.
Pero no es culpa nuestra, naturalmente, es nuestro cerebro y en general nuestra sopa química, timándonos y manejándonos a su antojo. Es decir, según sus planes, que no necesariamente son los nuestros. Lo que llamamos “yo” no es más que una parcela diminuta en medio de la galaxia que es nuestro cerebro.
Según los científicos (Eagleman), eso que llamamos amor suele durar alrededor de tres años, antes de empezar su declive. Estamos programados “para perder el interés en una pareja sexual después de que haya pasado el tiempo necesario para criar un hijo, que es una media de cuatro años”.
No lo dudo. Pero.
Qué pasa cuando no se desvanece la engañifa y la engañifa se torna permanente. Cuando pasan los años (tres, cuatro, seis, diez o doce o veinte años) y sigues sin poder alejarte de la otra persona sin añorarla, cuando pasan los años y sigues pensando que su olor es el mejor perfume que existe, cuando pasan los años y sigues queriendo follar con esa persona por encima de todas las otras personas. (Ojo, no digo que no quieras follar con otras u otros, digo que si tienes que elegir siempre eliges a esa persona para follar por encima de cualquier otra). Qué pasa cuando pasan los años y sigues creyendo que sus ojos son los más bellos del mundo y su boca la más olorosa y su saliva un dulce jarabe y el sabor de su chocho superior, muy superior, a cualquier manjar imaginable.
Qué pasa. ¿Cómo se explica eso? La respuesta tiene que estar en nuestro cerebro, porque no hay nada fuera de nuestro cerebro. Lo sé.
Seguro que nuestro cerebro tiene capacidad para engañarnos permanentemente, a largo plazo. Bien. ¿Pero por qué lo hace? Ya no hay ninguna cría de la que ocuparse.
Bueno, me digo, cuando pienso en el asunto y no puedo llegar a una conclusión satisfactoria: ¡qué más da por qué lo hace nuestro cerebro, qué más da que el amor sea un invento suyo!
Eso. Qué más da.
Y pasan los años. Y llega una tarde de invierno, quince años después de haberte visto por primera vez. Y estamos en casa y me abrazas y dices:
—La vida es maravillosa cuando estoy contigo.
Y sigo sin saber por qué follar con amor es insuperable, e ignoro, claro está, por qué eso que llamamos amor, contra todo pronóstico, puede durar toda una vida. No obstante, sé que soy feliz cuando dices la vida es maravillosa cuando estoy contigo. Cualquier cosa que sea eso de ser feliz.
Y te beso. Y mi pequeño yo se regocija en las vastedades de mi gran cerebro.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Growin' up

  
You and me forever
We belong together
And we'll always endeavor
Through any type of weather

You want everything to be just like
The stories that you read, but never write
You've gotta learn to live and live and learn
You've gotta learn to give and wait your turn
Or you'll get burned

We wrote our names down on the sidewalk
But the rain came and washed them off
So we should write them again on wet cement
So people a long time from now will know what we meant

You want every morning to be just like
The stories that you read, but never write
You've gotta learn to live and live and learn
You've gotta learn to give and wait your turn
I'm only concerned

I'm adding something new to the mixture
So there's a different hue to your picture
A different ending to this fairytale
And no sunset into which we sail

You want everything to be just like The stories that you read, but you can't write You've gotta learn to live and live and learn
You've gotta learn to give and wait your turn
Or you'll get burned 


* y yo sigo bailando entre los limoneros atrapado entre sábanas de lunares y luces de colores, envuelto en esta música, siempre la misma música. No hay tonada que se vuelva repetitiva si ya tomó nuestras vísceras y late desde allí enfurecida. Solo se repite, un mantra para desquiciarme en esta vida de yeso aburrido. Tengo los pasos prontos, solo dancemos bajo la parra hasta que llueva sangre de colores y el espacio vuelva a ser el que inventamos. Solo danzar.

viernes, 15 de febrero de 2013

Viernes Fénix

Solo instinto.
Esperar.
Dejar que el tren te arrolle las piernas, que desmiembre el cuerpo esparciéndolo por el campo sembrado.
Anular el raciocinio y gritar aferrado al palo mayor mientras la tormenta mueve tu cascarón marino.
Sacudir el cajón y que las frutas se acomoden entre los agujeros de las baldosas.
Respirar profundo el aire enrarecido y sentirlo delicioso.
Entregarse convencido de saber que el camino es por ahí, si, atrás de tus pasos sin rumbo.
Cosas extrañas pasarán, si las dejas.
Aunque al final, lo extraño siempre fue conocido. 
Simplemente, aprendo a mirarlo.

lunes, 4 de febrero de 2013

La repetición

Ningún amor termina,
yace en la cara oscura de la mente
como los objetos en el cuarto
luego de apagar la lámpara

Esas sombres no se apartan
oprimiendo una perilla
como quien descorre un cortinado
para llamar a la mañana.

Es por eso que llegamos a olvidar
aun el nombre querido,
a besar labios idénticos
sin reconocer
aquellos que solíamos besar.

Ningún amor termina:
siempre el azar lo trae
a la luz de los días presentes.

Por eso quiero esconder los ojos
tras cristales oscuros
y desviar el haz de la linterna nocturna,
pues vuelvo a ver el turbante que usabas
la tarde del vermut en Plaza Navona,
el lanzallamas negro y los pajaritos.

La repetición (Plaza Navona) - María Moreno

martes, 29 de enero de 2013

No pueden vencernos (me)

"We can´t be beat", The Walkmen 

I was the Duke of Earl
The Duke of Earl
But it couldn't last
I was the Pony Express
But I ran out of gas

Golden dreams

Golden dreams
All lose their glow
I don't need perfection
I love the whole


Give me a life

That needs correction
Nobody loves
Loves perfection

Loneliness

Loneliness
Will run you through
All the kids are laughing
I'm laughing too

If you want my eyes

Take my eyes
They're always true
If you want my heart
Take my heart
It's right here for you

It's been so long

Been so long
But I made it through
It's been so long
Been so long
But I made it through
It's been so long

We'll never leave

We can't be beat
We can't be beat
We'll never leave
We can't be beat
The world is ours
We can't be beat
We can't be beat

lunes, 28 de enero de 2013

Alicia aún vive aquí.

"—Perdón —le dije al entrar, y me tiré en la cama desvencija­da y me puse a llorar. El se acostó en su cama y apagó la vela. Silbaba suavemente. Después vi que había luna llena, una luz blanca y lechosa que se colaba por la ventanita. La vista de la luna solía apaciguarme. Dante silbaba una canción que había­mos compuesto a medias; la llamábamos “Alice Springs blues”. Mi locura nocturna se fue diluyendo en un bienestar físico que ascendía lentamente desde la punta de los pies; era un efecto habitual del silbido de Dante, pero ahora la presencia de la luna llena producía variantes nuevas; como desdoblado en varias personalidades simultáneas podía observar sin angustia mi pro­pia angustia, podía sin extrañarme observar mi propio senti­miento de extrañeza; y ese pequeño núcleo de extrañeza y angustia comenzaba a expandirse y a establecer contactos multidimensionales en el espacio y en el tiempo; se reforzaba diluyéndose, prolongándose tentacularmente hasta rodear la inmensa esfera del mundo; y mi circunstancia actual, esa penu­ria de un uruguayo asfixiado en un pueblo de ingleses y de indios, rodeado por un desierto infranqueable, se diluía en otra circunstancia, otra penuria que se remontaba al origen de los tiempos, a la soledad de los dioses, a la lenta evolución de las especies, a la vida que como una enfermedad iba extendiéndose sobre la endeble corteza de una esfera llena de metales hirvientes; y aparecía la imagen de mis bisabuelos, que cruzaron capri­chosamente como yo el océano y se establecieron porque sí, cumpliendo una ley secreta que jamás llegaron a intuir, en un punto cualquiera de la esfera inerte que se va enfriando mien­tras gira y gira; y mis abuelos, cumpliendo con los ritos heredados, afirmándose como plantas en ese pedazo de tierra, sufrien­do sin darse cuenta, fabricando sin darse cuenta una raza nueva de monstruos despavoridos; y mis padres, sometidos ciegamen­te a la misma ley, trabajando con precisión cronométrica para apuntalar a su manera el gigantesco edificio de una mitología absurda; mientras mi abuelo todavía respondía al llamado impe­rioso, insolente, de la sirena del taller, cada madrugada, mi padre viajaba viajes eternos en ferrocarril hasta el centro de la ciudad y allí se mantenía de pie durante ocho horas junto a uno de los millares de mostradores de una tienda inmensa, de nombre pre­tencioso, atendiendo las exigencias de clientes exasperantes sin sospechar que mi madre iba a parir un monstruo dolorido y acusador que rompería esa cadena del transcurrir automático y abriría los ojos para inaugurar el sufrimiento consciente de una raza… Ahora mi cuerpo parecía flotar levemente, apenas sepa­rado unos centímetros del camastro, como sostenido por el col­chón de aire del subido de Dante y la atracción magnética de la luna, y sobre la pantalla blanca de mis párpados cerrados se proyectó la imagen de mí mismo en los años de infancia: un niño delgado y cauteloso que dialogaba a solas en el jardín del fondo, esperando con toda la paciencia del mundo el fin de aquella tutela insoportable, permitiendo con falsa resignación que la familia jugara con él como con un muñeco de trapo, mientras él secretamente le arrancaba la cabeza a las muñecas de trapo que lo herían con el olor insoportable de un género impregnado de erotismo; un niño que secretamente comía de la tierra del jardín que sus manos delicadísimas le servían en una cucharita de plata robada de la cocina, bajo las ramas repletas de flores de azahar que también lo enloquecían con un perfume que exigía respuestas que él ignoraba."

Alice Springs (El Circo, el Demonio, las Mujeres y yo). Mario Levrero.